La marcha de los pingüinos

Desde los fríos glaciares de la Antártida, el pingüino emperador emprenderá un peligroso camino de 70 millas con el fin de encontrar a su pareja, y después de un tierno apareamiento concebirán a su única cría, a la que cuidarán hasta dar la vida por ella. La Antártida es el personaje principal y como un actor profesional se luce en su papel. Los camarógrafos han sabido encontrar su mejor cara y nunca antes fue vista de esa manera. El show de luces y colores en la bóveda celeste es el espectáculo reservado a los pocos que son capaces de sorprenderse todavía con las maravillas de la naturaleza.
Cada año por la misma época, en la Antártida da comienzo un emocionante y largo viaje donde miles de pingüinos emperador abandonan el océano, lugar seguro para ellos y se disponen a atravesar una tierra helada y peligrosa para llegar al lugar donde tradicionalmente Las zonas por las que pasan estos pingüinos emperadores tienen unas condiciones tan extremas que ningún otro ser vivo se atreve a vivir en ellas. Las temperaturas son de más de cuarenta grados bajo cero. Estos pingüinos recorren esta travesía por la necesidad de reproducirse, para la continuidad de la especie.
Después del ritual de cortejo, los pingüinos emperadores eligen una pareja con la cual mantendrán una relación a lo largo del tiempo de forma monógama o fiel. Las hembras, después de poner su único huevo, realizan un peligroso viaje de regreso para alimentarse en el mar, mientras que los machos se quedan para incubar y proteger los huevos. La incubación la hacen de forma que los huevos no toquen el helado suelo ya que esto haría perder la cría.
Dos meses después, los huevos empiezan a empollar, mientras que los machos siguen sin alimentarse. Si las hembras tardan en su regreso con el alimento, los pingüinos recién nacidos morirán.


 

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